jueves, 1 de septiembre de 2011

Reflejos

Seis de la tarde. Estás en un tren, viajas solo en un asiento individual, en un antiguo vagón de un talgo que huele a coche viejo. La señora de la fila de al lado tose; es la primera vez que se rompe el monótono traqueteo que hay como sonido ambiental.
Te aburres. El televisor del vagón no funciona. La radio del asiento se oye mal. Así que como último recurso miras por la ventana, esperando encontrar el entretenimiento que no has tenido en las dos horas anteriores de viaje. 
Llueve. Llueve bastante. Una fila de árboles pasa rápidamente frente a tus ojos. Casi marea. Más atrás, algún que otro cultivo, quizá un pueblo allá al fondo del paisaje... Pero alguien te observa. Llevas todo el rato que mirabas por la ventana notando una mirada fija en tí. Algo incómodo, enfocas tu visión en el cristal de la ventanilla. Ahí está: tu reflejo.

Tu reflejo. Esa copia de tu apariencia impresa en un cristal es quien te miraba. Por unos segundos te sientes aliviado y estúpido al mismo tiempo. ¿Te inquieta tu propio reflejo? Qué niñería. 
Aún así no dejas de mirarte. Observas tu imagen algo desdoblada en un cristal mojado por la lluvia. Tu boca, ese lunar en tu mejilla, tu nariz, tus ojos. Te retocas el pelo...Un momento, los ojos.
Sí, los ojos. Esos no son tus ojos. ¿O tal vez sí?
Hay algo raro en ellos...puede...puede, ¿puede que se estén moviendo? Sí, es eso. Tus ojos no tienen la expresión que tienen los de tu reflejo.
Parece que tu "yo" del otro lado del cristal te hace burla, te vacila. Parece más guapo, te mira como si te restregase que lo es. Parece feliz, parece libre, parece que al otro lado del cristal tu reflejo puede ir a donde quiera, y cuando quiera. Parece que sabe que tú no puedes. Te reta a hacerlo para humillarte, para que nunca olvides que no eres el que los demás crees, y tampoco quien tú mismo crees ser. Es, en definitiva, el reflejo de tu egoísmo, de tu narcisismo, de todo eso que sabes que tienes dentro, pero nunca has visto en acción.

Es el reflejo de todo lo que querrías ser y no eres. 

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