lunes, 28 de enero de 2013

7H3-NUR53 (Parte 6)

-AAAAAAAAAAAAAAAAAHG
-¡¿Qué pasa?!
-Sigue sin ser ella. Sus ojos...no...sigue sin ser ella. ESTO ES UN MONSTRUO. ¡NO ME SIRVE!
-¿Y qué esperabas? Por Dios, es un guiñapo hecho de cachos de gente, ¡sólo porque quieres volver a ver a tu difunta esposa!
-No es ella. No es ELLA. Esto es un MONSTRUO.
-¿Acaso la recuerdas a ella? ¿Recuerdas su cara?
-...¿Qué? Clar-claro que la recuerdo.
-Quieres pintarla, pero ya no la recuerdas y necesitas un modelo ¿me equivoco?
-La recuerdo perfectamente.
-Ya...¿desde cuando necesitas modelo? Es más ¿por qué ibas a llegar al extremo de desear un modelo muerto, a cachos...una abominación así sólo podía ser tu último recurso.
-Cállate.
-No te culpes. Ya han pasado doce años. Es normal que la olvides. La mente es sabia. ¿Por qué torturarse intentando rememorar algo que no volverás a ver nunca?
-CALLA.
-Pero no pasa nada, ahora me tienes a mí. Llevamos doce años juntos. Has sido feliz. Te he hecho feliz. Más de lo que te hacía ella. ¿Para qué recordarla? Deja que todo sea como debe ser.
-C-cállat...e...

Él cae al suelo en crisis, temblando. Ella corre a inyectarle los medicamentos y le acomoda un cojín bajo la cabeza. Está nerviosa, pero su cara no deja ver las emociones. Nunca las deja. Ella es así.
Unos minutos después, cuando está segura de que él está estable, comienza un monólogo mientras le toma de la mano. La mirada fija en el vacío y la expresión totalmente impasible. Da saltos de un tema a otro, tal y como pasan por su cabeza. Esto es algo que no ha hecho nunca.

-...que no sienten, dicen. Que los psicópatas no sienten la más mínima empatía. Dicen. Bueno, la verdad es que yo nunca la he sentido por otra gente, lo cual es irónico trabajando en lo que trabajo. Me metí en enfermería porque la nota no me daba para medicina. ¿Ves? Otro tópico que se desmonta. No todos los asesinos en serie son tan inteligentes. Pero claro, eso nunca se sabrá. No puedo escribir un libro contando estas cosas, sabes... Bueno, eso. Que nunca me ha gustado la gente. Tampoco me disgusta, pero simplemente me siento en otra categoría. Los demás me son indiferentes. Pero tú...tú eres distinto. Siempre...siempre lo has sido. No me digas por qué. Algo tendrás que se escapa a mi entender. Pero llegaste así, lleno de sangre, de heridas, con los cristales del coche clavados en los brazos...y aún así me enamoraste. Eres...la única persona por la que he sentido algo alguna vez. Estando en enfermería no podía atenderte yo. Un caso tan grave como el tuyo no era mi competencia. Pero pasaba todos los días por tu habitación durante las dos semanas y media que estuviste en coma después de tu operación.

Poco a poco, él va despertando su mente, aunque su cuerpo no puede responder aún

-¿Sabes? Cuando llegaste al hospital aún no había matado a nadie. Tentaciones había tenido. Ya sabes, el típico viejo en estado vegetativo que vive años conectado a una máquina, ocupando una cama en el hospital y dando la tabarra a un montón de personas para su mantenimiento porque sus hijos prefieren tenerle en el hospital, que es gratis, a tenerle en el asilo. Total, le hacen el mismo caso. Pues muchas veces he querido desenchufar sus máquinas cuando nadie lo viera. En el fondo sé que les estaría haciendo un favor. Pero está tan mal visto...realmente entonces reprimía esos impulsos como si fueran algo malo. Tampoco he dado nunca demasiada importancia a mi empatía nula. Como nací así nunca me ha parecido chocante.
En fin...ahora que no me estás escuchando puedo contarte esto. Necesito hacerlo. Y así nunca podrás ni podré yo misma echármelo en cara.
Cuando os trajeron a los dos ella estaba mucho más grave que tú. Estuvo en coma desde el principio. Tenía un neumotórax porque en el momento del choque no llevaba el cinturón puesto y el airbag se le "clavó" en el pecho. Las costillas se le partieron y rasgaron la pleura del pulmón. Perdió tanta sangre en el camino que no sé ni cómo llegó viva al hospital. Es increíble lo que resiste el cuerpo a veces. Si hubiera estado despierta hubiera sido una agonía horrible, supongo. Estuvo horas en el quirófano. Y las previsiones no eran muy favorables. Salió de la habitación para seguir ausente y sin demasiada mejoría en su cuerpo.
Dos días antes de que tú te despertases del coma, fui a visitarla. La envidiaba tanto... Esa chica menuda y pelirroja tenía algo que yo no tenía. La emoción del amor me resultaba tan rara y tan incomprensible como los celos que sentía en ese momento. La analicé durante horas sin entender cómo podía una persona querer tanto a otra. Porque...bueno, no sé si lo recordarás, pero cuando los servicios de emergencia fueron a trasladaros al hospital os encontraron...dados de la mano. Y en seguida se corrió la voz por el hospital.
Llegué a odiarla. Sin conocerla. La odiaba. La querías y yo te quería a ti. Mis instintos asesinos eran tan fuertes que dejé de pensar que fueran malos. ¿Qué iba a pasar? Venga, nadie iba a darse cuenta...total, iba a morirse igual según los pronósticos.

El pulso de él se acelera, pero aún no va a moverse. Con los ojos aún cerrados, no puede evitar apretar ligeramente la mano de ella. Lo está escuchando todo.

-...tranquilo, no sufrió, no sentía nada. Y yo...yo me sentí tan bien... A nadie le extrañó su muerte así que nunca se le hizo autopsia. Yo pude librarme. Pero, Dios...esa dosis de adrenalina. Esa sensación de poder...
Y cuando te despertaste, fui yo quien te dio la noticia. No tenías a nadie más. Yo fui tan amable, tan comprensiva...te apoyé tanto durante tu recuperación. Fui tu única amiga. Tu único apoyo. Tu única familia. Realmente yo no he hecho nada malo. Te enamoraste de mí. Te enamoraste igual que te hubieras podido enamorar si nos hubiéramos conocido en otras circunstancias. ¿No lo ves? Antes o después la hubieras olvidado. Estamos hechos el uno para el otro. Doce años lo demuestran.
Yo solo hice lo que tenía que hacer.
La maté. Sí. La maté. Porque tú eres mío, y yo soy tuya.