martes, 2 de septiembre de 2014

Valladolor, ciudad de frustraciones.

No sé salir del nido.
De algún modo esperaba que una ramita me agarrase un pie, como diciendo "no te vayas".
Pero no lo ha hecho.
Así que me lo digo yo, que para algo soy tan diva.

jueves, 28 de agosto de 2014

Paranoias de fin de verano.

Qué relativo es el tiempo, ¿no?
Hoy he cogido un brik de leche y caduca el 10 de noviembre de este año. Y he pensado ¿dónde estaré ese día? ¿Qué estaré haciendo?
El 10 de noviembre estaré comiéndome la cabeza con una carrera recién comenzada y no recordaré lo "especial" de la fecha.

Lo que hoy te preocupa se te olvidará en un mes. Los problemas aparentemente irresolubles de ahora no serán nada en unos años.

Pero...¿y las alegrías?
¿Ocurre lo mismo con ellas? ¿Se olvidan? ¿Se pierden en el mismo lugar al que van a parar las preocupaciones pasadas?

Me inquieta tanta relatividad. Estos latidos, estas respiraciones, estas lágrimas... serán minucias antes de que te des cuenta.

Somos puntitos preocupados por cosas absurdas. Puntitos minúsculos en un Universo que no conocemos.

lunes, 25 de agosto de 2014

Espera.

Quédate ahí.
Ahí, justo donde estás, con esa cara de confusión.
Deja que mastique este momento, que se me pegue a los dientes y coja manía a su sabor.
Espera.

No me preguntes; pienso decirte que no pasa nada.
¿No era ese el juego?
No me dices qué piensas, no te digo qué me ocurre.
Admítelo, pronuncia ya lo que sé que estás pensando. Ten valor.

Dímelo o no me preguntes.
Porque seguirá sin pasarme nada.

jueves, 14 de agosto de 2014

Trenes

No deja de ser irónico que me digas esto en un tren que lleva a Salamanca. Como tú y yo.
Tal vez toda nuestra relación esté más ligada a los trenes de lo que parece. Mis primeros recuerdos contigo son en estaciones y son de despedidas, y ayer pareció que la gran despedida llegaba para las dos en un mismo vagón.
Curioso.

No me gusta pensar que te me estás escurriendo entre los dedos porque no he sabido cerrar el puño a tiempo. Me da miedo haber jodido las cosas por descuidarte. Me da miedo no gustarte. No sé, entiéndeme.
Yo aún estoy enamorada de ti y tiemblo por dentro cuando me das un abrazo. Sé que puedo vivir sin ti, pero sencillamente no quiero hacerlo todavía.

Siento que lo que soy ahora lo soy gracias a lo que he vivido contigo. Creo que aún no es el momento de parar, de verdad que pienso que aún no hemos agotado las posibilidades y que nos quedan al menos un par de experiencias por pasar juntas. Hemos crecido mucho estos dos últimos años, y al menos en mi caso, la motivación era llegar a donde estoy ahora. A punto de empezar nuestra vida.

Son dos años repitiendo que todo el esfuerzo merecía la pena porque me llevaría a despertarme a tu lado por las mañanas y a estudiar lo que nos apasiona a ambas. Son dos años pensando "cada día que pasa es un día menos para Salamanca". Son dos años de trabajo que aún así me han sabido a gloria porque los he pasado contigo.

Y ahora, a las puertas del cielo, éstas se me cierran en la cara y me dejan el regusto a que la culpa es mía.

Y lo peor es que mi mayor deseo es que tú seas feliz, porque te quiero y porque lo mereces, y ahora temo que yo no puedo conseguirlo.

Cruzo los dedos.

Te quiero.

viernes, 20 de junio de 2014

"La felicidad consiste en poder unir el principio con el fin"

Eso dijo Pitágoras. O eso dice Google que dijo.

En cualquier caso, hoy estoy de acuerdo con esa frase.
Para mí ha terminado un ciclo hace poco más de veinticuatro horas. Tener los resultados de Selectividad era la pieza que faltaba para poder descansar del todo y cerrar este episodio.

Sí, he aprobado (y con nota). Sí, todo apunta a que haré Biología en Salamanca sin problemas.

Por fin siento que asomo la cabeza a un mundo de adultos, aunque mi cuerpo se esté preparando para disfrutar de un verano de críos ("el mejor de mi vida" según nueve de cada diez universitarios).
Supongo que mis expectativas ser verán frustradas, pero shhhh, no quiero que me chaféis la decepción. Forma parte de la siguiente etapa, y la quiero asumir sin edulcorantes.

Y ¿qué tiene que ver esto con la cita del principio?
Más de lo que parece. Recuerdo el día en el que salieron los listados de admisión de alumnos del que fue mi colegio entre los tres y los doce años. Yo ya sabía leer, y mis padres me llevaron a buscar mi nombre en esos folios.
Junto a mi nombre, leí "DEFINITIVA", una palabra que aún no entendía ni pronunciaba del todo bien, pero que en seguida asocié con un simple "Sí, vas a este cole". En eso he sido un poco atípica; yo tenía ganas de ir. Me recuerdo en el trayecto de vuelta a casa, gritando "ESTOY DEFINITIVA, ESTOY DEFINITIVA".

Y ayer, cuando de nuevo junto a mi nombre leí "APTA", me sentí del mismo modo. Fue ahí donde se unieron el principio con el fin. Fue ahí, tras esa etiqueta asignada a mi persona, donde sentí esa felicidad de cerrar un ciclo.

En esta metamorfosis que supone la vida de todos, mi etapa de renacuajo ha sido en Valladolid. Ahora, por ilustrarlo de algún modo, podré estrenar mis recién salidas ancas para ir dando saltos a Salamanca (tierra de otra famosa rana). Y allí empezará otra etapa que espero poder cerrar con la misma felicidad con que cierro esta.

Este verano espero no pisar mucho por casa, pero cuando lo haga, intentaré dedicar al Blog el tiempo que prometí dedicarle. Tengo ideas, y las palabras están volviendo poco a poco a mi cabeza.

Feliz final de primavera :)

jueves, 5 de junio de 2014

domingo, 11 de mayo de 2014

Dos años después, volvemos a los placeres.

Me preguntaste qué pequeños placeres de la vida podría echar de menos cuando ya no pudiese vivirlos.
Y cuando me lo preguntaste, no supe qué contestar. En ese momento tenía muy pocos placeres, fuera cual fuese su tamaño.

Aún no sabía lo que era fumar en la cama, ni me gustaba el café. No echaba la siesta, no me pintaba bien los ojos, no escribía en cursiva. No había oído Shine On You Crazy Diamond en vinilo, no me gustaba la cerveza y las cachimbas me parecían instrumentos diabólicos.

Dormía con sujetador, me pasaba el día en zapatos y no me rascaba la marca de los calcetines. No había escuchado una lira en directo ni me había asomado al borde de un acantilado que podría ser perfectamente el fondo de un cuadro del Romanticismo. No me gustaba verme desnuda, no me gustaba verme. No me atrevía a probar cosas nuevas. No había tenido nunca ningún tipo de experiencia espiritual ni se me había dormido un gato en el regazo.

Nunca había escrito con pluma ni había tenido aún una escena compartiendo el escenario sólo con otra persona. Las escaleras de caracol sólo eran para subir o bajar, y las vías de tren sólo significaban despedidas.


Me preguntaste qué pequeños placeres de la vida echaría de menos cuando aún no éramos "nosotras", y cuando ni tú ni yo podíamos imaginar que lo seríamos.
Me preguntaste qué pequeños placeres de la vida echaría de menos sin saber que todos los anteriores se volverían grandes contigo.

(Que compartas tu cuerpo con el mío es uno de esos placeres tan grandes que no cabe ni en diez listas como esta).