martes, 28 de febrero de 2012

Poder y no querer.

Cinco meses.
Cinco meses con esto sobre mis hombros.

¿Sabes?
Me cuesta confiar del todo en la gente. Quizá por prevención, por misantropía, o porque yo misma no confiaría en mí. Pero tú llegaste a ser la persona en la que más he confiado en toda mi vida. Yo diría que incluso plenamente. Quiero decir, yo, como buen ser humano, soy egoísta. Soy egoísta y antepongo mi vida a cualquier otra. Pero llegaste así, como por arte de magia, y de pronto sentí que podía confiarte mi vida, y que la daría mil y una veces para salvar la tuya.

Cuando esa persona, esa en quien has dejado poco a poco todo lo que tienes, en un acto de "¡eh!, mira lo que tengo. Es para ti", esa en la que podrías (y de hecho lo haces) pensar a todas horas. Esa de quien te sabes hasta el último de sus lunares, aunque ni siquiera sepas por qué. Esa persona a la que miras mientras discutís y te sigue dando un vuelco el corazón...

Sí, esa misma, cuando esa te traiciona...
Cuando esa te traiciona, ¿qué te queda?

Me sentí sola. Me sentí demasiado mal en demasiado poco tiempo. Me sentí estafada, y pagué un precio muy alto.
 ¿Conoces esa sensación justo antes de caerte, en la que ya vas pensando "me voy a caer, me voy a caer, me caigo, me caigo"? ¿Sí? Es incómoda, ¿no crees?
¿Conoces ese remusguillo en el estómago que se termina volviendo náuseas cuando te dan una mala noticia que decepciona?
¿Conoces, por un casual, ese nudo en la garganta justo antes de romper a llorar?

Bien, a ti que tan bien se te dan las mates, eleva esas tres sensaciones al cuadrado y súmalas, y después multiplica el resultado por mil.
¿Sabes acaso qué es sentir todo eso en apenas 5 segundos?
Sentir que todo se desmorona, que se te para el corazón, y lo que es peor, que no quieres que vuelva a moverse. Sentir que al otro no le importa, que todo lo anterior ha sido una farsa. Sentirse utilizado, traicionado, apuñalado. Apuñalado, sí, por la daga con el peor veneno posible. Múltiples heridas, con premeditación y alevosía, eso se siente.
¿Lo sabes?

Pasar por su calle sigue siendo un suplicio para mí. Incluso pensarla, recorrerla mentalmente, es un esfuerzo sobrehumano. Los recuerdos me recorren en forma de escalofrío toda la espalda. El corazón se me para. Los pulmones y el diafragma se me encojen. Y el cerebro piensa, recuerda, todo ello muy rápido.
Durante unos cinco segundos no me llega el aire, no me llega la sangre. Por mis venas solo circula dolor, dolor, dolor. Cinco segundos es poco. Se me hacen eternos.
¿Sabes lo que es eso?

La locura me ha alcanzado estos últimos meses. No es una forma de hablar. Durante aproximadamente 150 días me he vuelto totalmente loca.
Algunos días, me han llegado a dar ataques de locura. E insisto, no es una forma de hablar. Me he hecho demasiado daño en esos momentos. Daño que no merecía, pero daño que utilizaba para escapar a la realidad, para desahogarme, para sentir algo.
¿Sabes lo que es eso?

Espero que no, que no lo sepas. No te lo desearía. No se lo desearía ni a mi peor enemigo. Siento los recuerdos sobre mis hombros. Siento el peso, lo juro. Siento el dolor y podría darle forma y color, podría dibujarlo. Tiene cara y nombre. Tengo un tumor maligno que no se quita haciendo un corte en la piel.

Es la primera vez que cuento estas cosas con tantos detalles, y aún así tengo otros muchos que se quedan en el tintero. Es triste, por que sigo sin sentirme mejor. Es triste, porque lo digo a través de una pantalla y unas teclas, para gente que no me conoce lo suficiente, que no puede llegar a entenderlo del todo. Porque esto solo lo puedes entender tú. Tú y tus manías. Tú y tus jodidamente adictivas manías.

Porque claro, ese es otro problema. Después de separarnos el dolor se hizo aún mas insoportable. Mis ganas de odiarte eran directamente proporcionales a la incapacidad de hacerlo. No puedo olvidarte, no pensar en ti. Estás en cada dibujo pegado en las paredes de mi cuarto, en cada fotografía de mi Tuenti, en cada peluche que me regalaste, en cada canción que alguna vez oímos juntas, en cada esquina de mi calle en la que alguna vez nos besamos. Estás en abril, en la palabra Santander y en el número 26. Estás en cada pliegue de mi boca, en cada letra de esta entrada. Estás en todas partes.

Y cinco meses después, aquí me ves. Sigo con pesadillas cuando cierro los ojos. Sigo llorando en la ducha cada puto día de los cinco últimos meses. Sigo preguntándome, "¿qué estás haciendo Blanca? Tú vales más que eso. Tú puedes, tú puedes con esto".
Y claro, claro que puedo. Por supuesto que puedo. Nunca lo he dudado.
Siempre he podido, siempre podré. Pero no quiero poder más.
Quiero que la vida me trate mejor.
Y por suerte o por desgracia, tú eres mi vida.
¿Soy yo la tuya?

viernes, 24 de febrero de 2012

Yo, el miserable, el proscrito.

Hoy, en clase de literatura universal hemos leído este pequeño fragmento del final de Frankenstein, novela de la escritora romántica Mary Shelley.



No es una entrada muy larga, y no tiene ningún mérito que lo copie, pero estos párrafos para mí dicen muchas cosas. Espero que os gusten, que os lleguen de una forma u otra al corazón o a cualquier otro órgano interno que os guste, y que os dé algo en lo que reflexionar (si queréis) este fin de semana. A mí me ha encantado:

"Yo, el miserable, el proscrito, soy tan solo un monstruo hecho para ser golpeado e injuriado. Hasta en este momento, cuando siento el arrepentimiento de mis crímenes, no puedo evitar que la sangre hierva en mis venas ante el recuerdo de tanta injusticia. Pero me equivoco al rebelarme. Es cierto ¡Ay de mi!, que soy un asesino. He sacrificado a seres afables e indefensos, he estrangulado a inocentes chiquillos, sorprendiéndoles en sus sueños, y he oprimido con mis manos la garganta de un muchacho que jamás me había causado ningún mal. He arrastrado a mi creador a la miseria y la desesperación, cuando era un hombre excepcional, símbolo viviente de todo cuanto los humanos poseen de admirable. Le he acosado hasta verle convertido en esto. Aquí yace ahora, pálido y helado por la muerte. [...]
Contemplo las manos que lo han llevado a cabo, pienso en el corazón que concibió tales monstruosidades y aguardo anhelante el momento en que estas manos malditas permanezcan quietas para toda la eternidad y mis actos no vuelvan a torturarme."


Sed felices.
:)

martes, 21 de febrero de 2012

No me cures.

Bueno, antes de nada, estos días voy a INTENTAR recuperar el tiempo perdido en el blog, y a ver si escribo más a menudo. ¿Pero sin presiones eh? Que además, le voy a hacer un cambio de look a la página y eso lleva su tiempo.

Pues bien, varias personas en distintas redes sociales me han pedido que comentase algo sobre cierto debate que hubo el pasado fin de semana en Telecinco. Algo...sobre un tío que había sido homosexual y se "curó", y ahora pretende ayudar a todas las personas a "convertirse en heteros".

(No he podido encontrar el vídeo en youtube, pero os he dejado un enlace con la web de telecinco para que lo podáis ver aquí.)

Imagino que mi opinión es predecible. Pero es totalmente independiente a mis preferencias sexuales.
Bajo mi punto de vista este tío necesita tratamiento mental. Tiene un trauma, o "heridas del pasado", como él dice. Respeto su opinión, por supuesto, pero este tío está haciendo daño a mucha gente. Me explico:

Efectivamente, ser homosexual hoy día sigue siendo difícil para mucha gente. Es lamentable, pero es así. Demasiados países tienen aún pena de muerte contra la homosexualidad. Demasiados nombres siguen llenando las listas de jóvenes acosados y maltratados por algo tan personal y libre como la elección de lo que les gusta.
Tristemente, algo tan simple como la preferencia sexual puede marcar la vida de muchas personas.

Ahora bien, pongamos que un chico gay que lo está pasando realmente mal por elegir su propia vida, escucha a este hombre. La palabrería que gasta el tal Richard puede lavar fácilmente la cabeza a un adolescente que, en ese momento, lo único que necesita es apoyo y cariño, y no que le digan "sí, sé gay, enamórate de un hombre" o "no, no lo seas, conviértete en hetero". Si un pobre chaval hace caso a este hombre y se "cura", va a tener un vacío de por vida. Va a ser alguien reprimido, inseguro, que no se atreva a aceptar su pasado. Y eso, bajo mi punto de vista, sí es una herida bien gorda.

Para colmo, este hombre termina la entrevista sonriendo cual psicópata diciendo que nos quiere a todos. (Lo cual me recuerda enormemente a ese capítulo de los simpsons en el que el señor Burns se vuelve un extraterrestre y vaga por los bosques diciendo "Os traigo amoooooooor")
Pues señor Richard Nosequemás, lamento de todo corazón decirle que yo a usted no. Por favor, mándeme una forma de decírselo que le guste :)



Pleasure, placer, plaisir

Una hora, un lugar, dos personas.
¿Por qué lo prohibido es siempre lo que más nos gusta?
Será por jugar con la adrenalina de ser descubierto, o por la satisfacción de no serlo finalmente.

Un susurro, un escalofrío, un pensamiento sucio.
No, ahora no. No me traiciones, conciencia.
Ven aquí y no me dejes hacer lo que deseo con todas mis ganas.

Una mirada, el olor de tu colonia, te humedeces los labios.
¿Te has arreglado sólo para quedar conmigo?
Para de acercarte, me lo estás poniendo muy difícil.

Un roce con tu piel, una sonrisa, los pelos de punta.
¿Es esto el cielo? No, el infierno, aquí hace mucho calor.
¿Por qué apareces ahora que no puedo debo disfrutarte?



Se te dilatan las pupilas, un latido, sube la temperatura.
Ah, así que eso es lo que te gusta, hacerme sufrir.
Lo estás consiguiendo...pero no pares aún.

Una caricia, un suspiro, tu botón desabrochado.
No puedo, no puedo aguantar. Trágame, tierra.
Pero espera un poco para hacerlo.

Tu boca, la mía, un beso.
No me dejes escapar; oblígame a hacerlo.
Si  no lo haces tú, yo no me iré por mi cuenta.

Una provocación, otro botón, una cremallera.
En segundos has derruido el muro que tanto me costó levantar.
Siento que ya no hay vuelta atrás. Perdóname, yo del futuro.

Más susurros, más besos, menos ropa.
Se me ha ido de las manos. Y por eso me gusta.
Me estoy portando mal, no se lo digas a nadie.

Saliva, piel, gemidos.
Si esto no es el paraíso, que baje Dios y lo vea.
Tú eres la manzana prohibida.

Tu cara, tu cuerpo, tus besos.
Saben más ricos que los besos legales.
Promete que no se lo dirás a nadie, que habrá segunda parte.

Prométeme que será nuestro secreto.
Que no vas a despertarme de esta dulce pesadilla.
Prométemelo, y después sigue.
Sigue hasta que toque el cielo, con las manos manchadas de culpa 
y los labios de tu carmín.


lunes, 6 de febrero de 2012

Elemental, querido Watson.

Supongo que imaginaréis que voy a hablar de Sherlock Holmes. Pues sí. De dos Sherlocks Holmes.
¿Dos? Sí, la película y la serie.
Y es que hace mucho que no hacía crítica ni recomendación de ninguna película o serie, y eso sí que no ¿eh?

Quizás hacer ahora la crítica de la película sea un poco inoportuno, supongo que ya la habrán quitado del cine, pero yo a lo mío.



SHERLOCK HOLMES, JUEGO DE SOMBRAS.
Para saber la ficha de la peli, entrad aquí.

Pues bien, la historia: la de siempre. Sherlock contra Moriarty. Actores estupendos, planteamiento genial pero...más de lo mismo. Explico el por qué:

La primera parte me gustó mucho. Me pareció una película original tanto en la forma de enfocar la historia como en la selección de los actores y la fotografía. El argumento se desarrollaba en general bien, sin dejar de lado el humor. Y las deducciones lógicas de la mente privilegiada de Sherlock se entendían. Y bueno sí, uno salía del cine pidiendo una segunda parte. Pero una segunda parte que ofreciera más, no lo mismo.


Para mi gusto Juego de Sombras cumple con el dicho de "segundas partes nunca fueron buenas". Sigo adorando a los actores, y en cierta forma creo que son los únicos que sacan a flote la película. Al reparto se ha añadido en esta segunda parte la actriz sueca Noomi Rapace, que hace de Lisbeth Salander en la adaptación de la trilogía Millenium de Suecia (es buena actriz, para mi gusto. Aunque tampoco es que su papel en la película le deje lucirse especialmente)

No obstante, y aunque idolatre y admire al actor Robert Downey Jr., Sherlock se ha convertido en una extraña mezcla entre el doctor House y Jack Sparrow. Posiblemente no sea por su culpa, sino porque esté mal dirigido, o directamente se le haya ido la olla.


Y en fin. Al grano. En esta película no hay ni rastro de la inteligencia de Sherlock; no se ve ni un atisbo de sus deducciones, de sus pensamientos. Simplemente las cosas pasan, como por arte de magia en milésimas de segundo. Y, por supuesto, rodeadas de explosiones y puñetazos.
Puede que las peleas tuvieran algún valor en la primera parte, pero en la segunda se hace un abuso (sí, ABUSO) de la cámara hiperlenta antes de cada movimiento, y después hiperrápida para que el espectador no vea que en realidad los actores no se golpean.
Por supuesto el director, viendo que en estas películas había una mina de oro, ha dejado un final abierto e increíble para una posible tercera parte. Por el bien de Sherlock y de los actores, espero que no lo haga.

Peeero, bueno. Si alguien quiere gastarse 6'50 euros en ir al cine o verlo directamente por internet, no es tampoco una gran pérdida de tiempo. Como entretenimiento, cumple su función. Como secuela de la primera película, deja mucho que desear.

Y AHORA, SEGUNDA PARTE.

Aunque Antena 3 no es una cadena que me guste especialmente, estas semanas han tenido el detalle de emitir todos los jueves a las 22:30 (o eso dicen) la serie inglesa de la BBC, Sherlock.


Se trata de una adaptación de la historia original, pasada a la actualidad. Es decir, un Sherlock del siglo XXI, con su iPhone, sus blogs y un largo etcétera. Por lo demás, es todo bastante parecido. Y como está hecho por ingleses, es de calidad; buenos (qué digo buenos, buenísimos) actores, buena adaptación, buen guión, buen ritmo en cada capítulo, y algún que otro "elemental, Watson".

Por el momento creo que ya han puesto 3 o 4 capítulos, pero la serie no tiene un argumento especialmente lineal, si os perdéis un capítulo podéis engancharos después.
Una de las cosas que más me gusta de la serie es Benedict Cumberbatch, el actor que interpreta a Sherlock. Como buen inglés, parece que la interpretación corre por sus venas. La verdad es que clava el personaje en todos los aspectos. Es como siempre lo había imaginado. Y mola. MUCHO.



Y poco más tengo que decir, la verdad. Ojalá que la veáis y la disfrutéis.