miércoles, 25 de diciembre de 2013

Seis años.

Abuela, te fuiste hace seis años.
Bueno, permitidme este recurso, chicos.

Ya sé que no te fuiste a ninguna parte, y que no lo hiciste a propósito.
Pero conjugar el verbo "morir" es muy difícil para la primera y la segunda persona del singular.
Y ya sé que escribir una entrada como si hablase contigo es otra estupidez, pero me gusta así.

Hace seis años, la pequeña e insegurísima preadolescente que tenías por nieta estaba sentada en la silla del tanatorio sin saber qué decir, ni qué hacer, ni qué pensar.
Te hubiera gustado saber cómo soy ahora.
Tú me llamarías mujercita, supongo. Y ahora sé qué decir, y qué quiero hacer, y qué me gusta pensar.
No sabes lo importante que fue en mi vida el día de tu muerte. No te asustes, pero fue una torta en la cara. Un fin súbito de mi infancia.

Tranquila, está bien.
Crecí mucho con aquello.

Simplemente, a veces echo mucho de menos el poder coger el teléfono los domingos, preguntarte qué tal estás, contarte que nosotros bien aunque no sea del todo verdad, y poder decirte a cachitos todo lo que he crecido por dentro y por fuera. Que tengo novia, que quiero estudiar Biología, que papá nos ha pegado un catarro, y que a ver cuándo vamos a verte a Granada.

Me gustaría tomarnos un café juntas, con las tazas que ahora tenemos nosotros, con los pies sobre el brasero. Y decirte todo lo que a veces no puedo decirle a nadie más, porque sé que a ti podría contártelo.

Recuerdo perfectamente tu forma de maquillarte, las arrugas de tus manos, el color de tu esmalte de uñas y el modo en el que apoyabas la cara en el dorso de la mano cuando veías la televisión. Ese gesto de niña en cara de ancianita nunca se me olvidará.

Abuela, nunca te dije lo mucho que te quería, porque tampoco sabía que iba a echarte tanto de menos.

Aún hoy me pregunto si hice bien el 25 de Diciembre de 2007, porque no me asomé a verte. Pero entiéndeme. Entiende que tenía 11 años, que la muerte no era algo que tuviera en cuenta. Y que no iba a verte a ti, sino a tu cadáver. Eso ya no eras tú. No era tu forma de maquillarte, no era tu sonrisa, ni tu camisón. No hubiera sido la calidez de tu cuerpo cuando me abrazabas.
Si me hubiera asomado a ver tu cuerpo vacío tras un cristal, tal vez los buenos recuerdos que tengo hoy de ti hubieran desaparecido.

Mejor así.

Te echo de menos. No sabes la razón que tenías cuando me decías entre risas que eras "mi abuela moderna".
Fuiste la mujer más fuerte que he conocido nunca. La más fuerte y la más buena.




domingo, 22 de diciembre de 2013

¿Por qué?

¿Por qué no reaccionas?
Por qué no decides, por qué te quedas callada, por qué no me preguntas, por qué me quieres tanto.
Deja de hacerlo.
O haz algo de una vez.

Por favor.

Sería una pena que dejases que el mundo tomase las decisiones por ti. El entorno te está comiendo lentamente. ¿O siempre has sido así y yo no lo he visto?
¿Por qué dejas que escriba esto en un blog en vez de decírtelo?
Igual que dejas que todo el mundo opine de ti, te diga lo que haces y dejas de hacer y sentencie tu personalidad, como ahora mismo.

Reacciona.
Espabila.
Haz algo.
Al menos déjame cerciorarme de que respiras.

Por favor.

Por Navidad voy a regalarte un desfibrilador.

jueves, 12 de diciembre de 2013

No entraba en mis planes que este blog acabase volviéndose un cajón de sastre, pero bueno.
Cosas que pasan.

Mi cabeza no da para historias estructuradas en este momento.
Se me ocurre un principio, pero no un final. Se me ocurre un contexto, pero no me convence el texto. Imagino que simplemente no me apetece contar otras cosas que no sean las mías, aunque las pinte de colores o haga metáforas mediocres para expresarlas.

Y a veces ni eso.

Los estudios tampoco me dejan mucho tiempo libre para divagar. El tiempo que no invierto en absorber conocimientos como una aspiradora es el que necesito para cumplir las funciones vitales básicas. Y me aterra afirmar, pero es así, que aun cuando tengo tiempo para pensar, parece que estoy perdiendo la imaginación.

Supongo, espero y deseo que sea por el estrés.
Pero así están las cosas.
Lo siento. Debe de ser duro leer sin entender y pensar "¿cuál será la droga que consuma esta chica?", pero lo que no voy a hacer es escribir algo con lo que no me sienta identificada o dedicar a una página en Internet el tiempo que me he propuesto dedicar a poner los cimientos de mi vida.

No creo que suba entradas periódicamente, y dudo mucho que vuelvan a salirme relatos. Subiré lo que me venga, en el momento en el que decida venir.

Una vez más, me despido con el deseo de que esto cambie, y espero que podáis entenderlo.
Gracias.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Podéis llamarme cangrejo.

Estoy segura de que la proporción de acontecimientos buenos y malos en nuestra vida no es tan diferente.
El problema es que damos por hecho que las cosas buenas deben pasarnos a nosotros. Siempre. Como norma. Las cosas buenas están ahí, pero las malas sientan mucho peor.

"Me cae mal ese imbécil" Dices, amargada, mientras tu novia te abraza.
¿Qué hay mejor que ese abrazo? Realmente nada, pero...

¿Qué importa? Sólo puedes pensar en lo mal que te cae fulanito porque él tiene, él hace, a él le salen las cosas bien.

Descuidamos lo que tenemos porque damos por sentado que lo bueno y lo placentero permanecerán siempre con nosotros. ¿Qué importa ESTE abrazo si puede darme otros veinte?
No, nunca se te ocurre pensar que ese pueda ser el último, que ella se harte, que se vaya o que simplemente le caiga una maceta en la cabeza según andáis.
Y entonces la consecuencia será tu nuevo drama.

Olvidar lo que tenemos porque nos hemos acostumbrado a ello es peligroso. A menudo termina en un choque, una especie de despertar, y adiós. Te quedaste sin juguete, niña.
Supongo, de todas maneras, que existe un punto de "no retorno". El límite que algo bueno tolera que lo subestimes antes de largarse.

Es difícil saber donde está, y a veces me pregunto si ya hemos llegado a ese punto.

Otro de mis problemas es dar por sentado que siempre estarás conmigo, o que siempre querrás estarlo. Es como los Reyes Magos, pero para mayores. Claro que mi parte más racional lo ve imposible. O improbable, más bien.
Pero me niego a creerlo, o a verlo así. Porque doy por sentado que algo tan bueno como tú debe, por ley, quedarse conmigo. Como si yo fuera el summum bonum para el que fuiste diseñada.
Qué mierda. Qué asco, qué mentira.

Tengo la manía de convertirme, sin quererlo, en un vampiro emocional de esos a los que tanto odio. No un vampiro depredador. Más bien parásito. Me he creído que confío en mí misma.
Y es otra mentira.
Confío en mí misma si tú confías en mí.
Es un chantaje emocional pintado de rosa y con un lacito para que parezca más digno de un guión de comedia romántica. Involuntario, sí, pero un chantaje.

Y además es un círculo vicioso para el que no hay salida salvo que te vayas, me arrastre por el suelo y encuentre a otra persona que se deje parasitar.
Funciono así, para mi desgracia.
Tengo que encontrar la manera de formar relaciones simbiontes, o la vida me va a parecer siempre una desgracia tras otra.
El problema es que si tú y yo hemos llegado al límite, ya no hay simbiosis que valga.

Deberías huir.
Por cada paso que voy hacia adelante, retrocedo cuatro.
Y tú te mereces un delfín, no un cangrejo.

Metáforas de Biología.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Miercolunes.

Salgo del instituto. Primer cruce. Niños gritando con sus timbres de prepúber me rematan los oídos, que ya me duelen por el frío.
Unos minutos después, la manada de ejecutivos en estampida me impide andar. Pero les da igual. Su blackberry es más importante. Se hablan, pero ninguno se mira. Las pantallas hipnotizan.
Se me sale el cordón de la bota. No creo que me lo pise, pero me molesta.

PLIC, izquierda, derecha. PLIC, izquierda, derecha. PLIC, izquierda derecha...

-Te vas a pisar los cordones, niña.-
Gracias, señora. No sé qué sería de mí sin su ayuda consejo afán por meterse en la vida de cada persona que se cruce con usted.

El típico niño potoli malcriado corre sin mirar. Es de estos que te llegan a la altura del...bueno. Y se choca.
-Ay, cuidado- Dice con desdén la madre. Creo que me lo ha dicho a mí, y no a la mosca cojonera que tiene por hijo.
Habría que hacer un psicotécnico para procrear.

PLIC, izquierda, derecha. PLIC, izquierda, derecha. PLIC, izquierda derecha...

Me siento en un banco para meter el cordón. Acto que, por cierto, debe de ser todo un espectáculo audiovisual teniendo en cuenta el número de jubilados que se ha quedado mirando. Sí, Valladolid es única.

Plaza España. Ya queda menos.
Una mesa con pancarta y dos chicos con peto rojo me sacan de mi alegría. Parece que pone algo terminado en "ida". No alcanzo a leerlo antes de que me asalten con toda su bondad y solidaridad.

-Una ayuda para la lucha contra el SIDA.
(Precioso sintagma nominal. ¿Qué acción solicita usted?)

+No puedo, lo siento.
Menos mal que sólo es el SIDA. Pensé que iban a ser gente "provida", o algo peor.

-Grasias, que Dios le bendiga.- Dice con cara de "Que Dios te de por culo mientras duermes esta noche".

Sinceramente, prefiero que alguien me mande al infierno con ganas a que nombre a su dios en vano para rezar una bendición que realmente no desea.

Cruzo el enorme paso de cebra. Línea perfectamente perpendicular a las rayas blancas hasta que un señor enorme decide que el cruce es suyo. Me quedo en el borde de la carretera mientras pasa sin ni siquiera mirarme, justo cuando se cierra el semáforo. Un energúmeno con licencia para conducir acelera y me pita.

Maravilloso. Que Dios os bendiga. A ti y al señor enorme.

Prosigo. No tengo ganas ni de enfadarme.
Las moléculas ß-D-Glucopiranosa deciden invadir mi cabeza. Y luego la maltosa. Y luego la isomaltosa.
"1-4, 1-6, 1-4, 1-6"...
Necesito que terminen los exámenes.

Siguiente parada: acera estrecha y con andamio. Como un túnel que los fines de semana huele a orín.
Veo venir de fondo a una pareja, y sé que no cabemos, así que me quedo fuera hasta que terminan.
Ni una mísera mirada. Ni las gracias. Nada.
¿Es que tengo que sacarme los cordones para que alguien mire hacia donde estoy yo?


Llego a casa.
Tiro el móvil al sofá.
Rebota.
De verdad, rebota.
Y se estrella contra el suelo.


Feliz Miércoles, con M de "Me duele la espalda" y de "Mañana hay examen."



jueves, 14 de noviembre de 2013

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Todo

Mal, mal, mal, mal, mal,  mal, mal, mal, mal,mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mañana ya si eso te lo digo, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal, mal.

martes, 12 de noviembre de 2013

Que después de las 12 no tengo que escribir.

Me apetece no fumar para que me apetezca más fumar.
Y entonces el cigarro me sepa mejor.
Ya que hay que morirse...

¿Suena tan raro leído como pensado?

lunes, 11 de noviembre de 2013

"No hay comentarios"

Y no sé si porque os dejo sin palabras (no creo) o más bien porque después de leer no os apetece decir nada.

Os lo juro, no vuelvo a intentarlo.

Yo escribiría poesía.
Parece todo más cierto,
más bonito, menos muerto.
Pero nadie la leería.

Yo escribiría poesía,
y tú serías los versos.
-Por no decir besos-
¿Qué se yo lo que saldría?.

Yo escribiría poesía
si supiera.
Entonces juro que lo haría.

domingo, 10 de noviembre de 2013

No sé como estoy.

Ni sé qué decirte cuando lo preguntas.

¿Tengo algo de lo que quejarme?
No.
¿Problemas?
Los justos y necesarios. Los saludables.


Y sin embargo, no soy feliz.
Ese no es el drama, ya sabes que me gusta estar triste de vez en cuando.
Pero es que tampoco estoy triste.
Entonces ¿qué hago?

Odio la incertidumbre, en todos los aspectos.
Pasa el tiempo a lo largo del día, y nada me llena, nada me saca una sonrisa sincera aparte de anécdotas puntuales que se me olvidarán a los 5 minutos.
La vida es rutinaria otra vez, parece que hasta las conversaciones se repiten. Todos los cigarros saben a las mismas pocas ganas de dormir.
Y no te diré que sea ese el problema, porque soy un animal de costumbres y no me gusta el cambio porque sí.

Supongo que...

Yo que sé, no me hagas caso.
No me tengas estas cosas en cuenta.
Ya sólo hablo por hablar.

Otro cliché.

Él terminó de hablar y la música siguió sonando.
Ninguno se miraba, la visión de sus respectivas infusiones parecía más interesante.

Ella bajó la cara intentando esconderse tras su pelo, como si fuera un escudo impenetrable, hasta que los últimos milímetros de té negro que quedaban por beber reflejaron su mirada. Pero daba igual, porque él tampoco se hubiera atrevido a levantar los ojos de su café.

El ritmo repetitivo de la canción se volvió un participante más de su...¿conversación?
Y nadie se atrevía a interrumpirle.

No hacía tanto tiempo, se conocieron precisamente en esa cafetería. Ella desde su mesa y él en la barra, se veían cada día. Y ahora que ambos se sentaban a menos de un metro, parecían un extraño para el otro.

-No puedo decírselo- pensaban ambos.

-Pero debo- siguió él.

-Ni quiero- añadió ella.



Una canción diferente comenzó a sonar rompiéndoles los esquemas. Pareció entonces que volvían a la realidad, a esa cafetería. El aire helado de enero se colaba entre las patas de las mesas cada vez que alguien abría la puerta.

Él comenzó a remover su medio café, ya frío. El azúcar precipitado arañaba el fondo de la taza. El tintineo de la cucharilla pareció sacarle a ella de sus pensamientos -y tal vez de sus casillas-.

Una mirada rápida, con una cantidad equilibrada de odio, miedo a ese odio y nostalgia.

Ella le dijo -Te quiero-.
Y él contestó como un resorte -y yo a ti-.


Y la música siguió sonando.

miércoles, 23 de octubre de 2013

¿Qué más da todo
si ya no importa nada?

Si nadie lo lee.
Y aunque lo leyera.

No sabes lo que pesa esto. No sabes lo que cuesta.
Ni lo sabrás, porque jamás te lo diré.
Nunca.
Ni por todo el oro del mundo.
Me iré a la tumba con ello, cuando ya casi no te conozca. Cuando ni te recuerde.
Pero recordaré esto.

Otra vez mal.
Si lo lees, no preguntes, porque no vas a sacarme nada.
Si no, me desahogo con un teclado y unos píxeles de colores. Y tan contenta.

Y pesa.
Pesa mucho.
Y te quiero.
Te quiero mucho.

Y te pierdo.
Sigue tú.

domingo, 13 de octubre de 2013

Mirad lo que encuentro por ahí

perdido en internet.
En un blog llamado Subrepticio.
Que creo recordar que es mío.

Adorable.

Helena es peligrosa

Helena quiere matarme.
A veces, sin más. Aunque esté feliz.
Sería tan fácil morirse.
Ya lo intenté otra vez, ya lo contaré otro día.
A veces Helena me ahoga en el agua, en sueños.
A veces se abre las venas.
A veces se cruza delante de un coche a 100 km por hora.
Y mientras tanto yo me quedo quieta en la calle.

Helena quiere matarme.

Putos Domingos.

¿Qué has hecho?
¿Y por qué lo has hecho?

Por qué lo habré hecho...

Y qué no he hecho. Eso es lo peor.
Qué no he dicho.

Malditos los domingos (siempre es domingo)
en los que pasa todo a la vez.
Todo.
Y cuando digo todo, es todo.

Y no puedes hacer nada.
Y cuando digo nada, es nada.

La fantástica tortura de todo lo que podría salir mal
bailando delante de tus apuntes en 10 minutos.

Y todo, pieza por pieza, sospecha por sospecha,
cae.
A tu lado. A todos tus lados.
En tu cara, en tu cara de idiota.

¿Y qué hago yo ahora?

sábado, 5 de octubre de 2013

¿Quién eres?

Si te pidieran una definición de ti, ¿qué dirías?

No, no, que te veo venir. Deja de lado las descripciones de típica clase de inglés: "Me llamo [ ], soy de [ ], tengo [ ] años..."

Eso no me vale. Eso no eres tú.

¿Quién eres? ¿Qué eres? ¿Qué haces? ¿Qué te define como "tú" que no sea aplicable a otra persona?

Es difícil, ¿eh?
Tranquilo, yo tampoco puedo.
En el fondo, creo que nadie lo hace.

¿No será que no somos tan especiales?

Qué asco.

domingo, 29 de septiembre de 2013

domingo, 22 de septiembre de 2013

Lo siento

¿Qué nos pasa?

¿Qué narices pasa en ese instante en el que un buen día se va a la mierda, una conversación se trunca y tú te vas enfadada?
Porque es eso, un instante. Un puto momento en el que la cagamos. Segundos.
Y yo, que no me trago el orgullo, empiezo a hacer crecer la bola.

Reflexiona seriamente sobre si querrás vivir con alguien así.

sábado, 14 de septiembre de 2013

La hora Pi.

A veces se me olvida que la poesía no tiene por qué rimar para serlo
ni estar es renglones separados.
Tan medidos.
Y por eso se me quedan los versos cojos.

Esto, por ejemplo
no es poesía.
Esto es insomnio.

Se puede dejar un comentario en las entradas.

Que no muerdo.
De momento.

Y tal.

Gracias a los que al principio son una coma en tu frase,
y luego un paréntesis,
y luego un párrafo...
Y terminan siendo el libro entero.

Gracias a las personas en verso
aunque no siempre las comprendan.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Nunca sé qué poner de título a las cosas que no debería publicar.

Aunque suene a cliché de película, es cierto que la ropa termina desperdigada por el suelo de la habitación. O por el de varias habitaciones, según la ocasión.

Siempre se dice "donde estén la cama o el sofá, que se quite lo demás. Qué incómodo".
Pero es que llega un punto en el que olvidas si estás en vertical o en horizontal, en una mesa o en el suelo.

Olvidas que tienes vecinos,
la hora a la que sale tu tren,
que el gato te mira desde la esquina,
que el móvil te está sonando.

Y ahí está la gracia.

Asusta...

...no arrepentirse de algo de lo que deberías.

¿Quién dice que debería?
¿Quién prohíbe disfrutar?
¿Quién ME lo prohíbe?

Supongo que a estas alturas da igual.
Pero asusta.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Venganza

1. Satisfacción que se toma del agravio o daño recibidos.


Satisfacción.

Demasiada.

Inhumana.

Incontenible.

Es una sensación mucho mejor que el odio,
pero mucho más criticable desde el punto de vista moral.
"Satisfacción tomada del daño recibido por otro".
Por "ese cabrón", "esa imbécil".
No entro en motivos.
Siempre te parecerán suficientes si vas a vengarte.
Los humanos somos interesantes.


No se da cuenta.

Realmente no. No lo hace.
No se da cuenta de lo perfecta que me parece.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Reto literario I:

Seguro que soy el único vampiro estreñido de la historia.
Qué asco. Esto no entraba en el trato. "Vampiro. Fuerza sobrehumana, sed de sangre, inmortalidad, sensualidad alta." ¿y en letra pequeña "puede causar irregularidades en el tránsito intestinal"?
No, joder. No.

Tengo el portátil en las rodillas, con los pantalones por los tobillos y sentado en un frío water. Abro la ventana del periódico mientras espero a que el maldito supositorio haga efecto. ¿Dónde se ha visto que una criatura sobrenatural tenga estos problemas?

"ENCUENTRAN ANIMAL INMUNE AL CÁNCER.", reza el titular.
Oh, vaya.
Si al señor Dulco-Laxo no le da por actuar pronto, puede que me de tiempo a leer la noticia entera.
Al parecer son unos bichos llamados ratopines. Unas puñeteras ratas calvas y ciegas. Seguro que ellas no son estreñidas.

Maldita sea. Lo que daría por ser un ratopín.

sábado, 31 de agosto de 2013

He soñado con arañas.

Sí, ayer soñé que me salían arañas de la cara. A mí no me dan miedo ni fue una pesadilla, pero me desperté un poco agobiada porque todo el mundo gritaba al verme pasar.

No creo en esas cosas, pero pensé que sería divertido buscar en Google el significado de soñar con arañas.
Puede significar cambios positivos en la vida.
O que un proceso legal va a ser lento y costoso.
Ah, pero si matas a la araña significa que tu pareja y tú tendréis una crisis.

La cosa cambia, claro, si sueñas con una araña grande y otra pequeña.
Eso también es bueno.

A no ser que mates a la araña grande. Eso augura problemas económicos.
Uh, y no te quiero contar si matas a la pequeña. Eso también significa que discutirás con tu pareja.

Pero eh, tranquilos, que si las arañas tienen aspecto de tarántula (gordas, grandes y peludas) todo lo anterior se anula y tenéis que buscar otro artículo de un psicologo estafador diferente.

Pensé que sería divertido.
Y, oye, qué puta mierda.
No vuelvo a buscar ningún sueño en Google.
O a soñar.

Termina ya, maldito verano.

(...)

"No sé ni qué acabo de escribir. Pero qué letra mas bonita, ¿no crees?
Lástima que tenga que romper esto al terminar, para que nadie pueda leerlo. Ni siquiera tú.
O peor aún...yo."

viernes, 23 de agosto de 2013

"No fumes, mamá"

¿Cuantas veces habré dicho yo esa frase hace años?

Una nube gris asoma entre mis labios mientras lo pienso.
Qué mal me sabe el tabaco, pero cuánto me gusta.
Como casi todo, realmente.

¿Qué narices hago filosofando mientras me jodo los pulmones?
Es lo que tiene pensar por la noche. Ninguna idea que se te ocurra más tarde de la una de la mañana debería constar en acta, pero aquí estamos.

Mirando a esos libros, los mismos de siempre, que son algo así como el único horizonte que se ve desde mi cama.
Los de todos los días.
Y este puto atrapasueños que no sirve para nada, salvo para coger polvo y quedar muy bien en las fotos.

A veces me acuerdo de cuando no venías a buscarme al colegio.
¿Qué sería? ¿Media hora, tal vez?
A mí se me hacía eterno.
Me quedaba sola en ese banco todos los días. Y luego venías enfadada.

Aún así te quería más que a nadie y eras mi ideal de mujer.
Y te sigo queriendo.
Pero lo otro, no.

Qué nietzscheano.
(No me miréis así. Esa palabra existe. La he buscado).
Eterno retorno, madre.
Eterno retorno.

Tu hija nunca será un "Übermensch".
Pues siempre tendrá miedo de convertirse en ti.


Ira.

ira.
(Del lat. ira).
1. f. Pasión del alma, que causa indignación y enojo.
2. f. Apetito o deseo de venganza.
3. f. Furia o violencia de los elementos.
4. f. pl. Repetición de actos de saña, encono o venganza.


"Pasión del alma"
¿No os suena bonito?

miércoles, 14 de agosto de 2013

Laukr

Puede que el mar fuera tanto su hogar como lo era la tierra firme, pero hoy tenía miedo.

Las olas chocaban contra el casco del barco sin descanso. La espuma sonaba al estrellarse contra la madera con una cadencia hipnotizante. Alguien que no estuviese acostumbrado a navegar podría volverse loco en medio de ese ritmo repetitivo.

El resto de hombres remaban impasibles, como si aquella fuera su única tarea en esta vida, aunque también tenían miedo. Las espesas y rojizas barbas escondían las emociones.

Pero él aún no tenía barba. Era apenas un muchacho.

Apoyado contra el mascarón de proa, miraba atentamente cada onda que describía el agua alrededor del navío. La cabeza de dragón tallada atemorizaba al resto del mundo, pero no a él ni a su pueblo. Mientras acariciaba inconscientemente la húmeda madera, vio caer el primer rayo en la lejanía. A los pocos segundos, el sonido del martillo de Thor estalló en los oídos de todos. Parecía que el cielo se había partido en dos en un crujido inmenso. La madera vibró levemente bajo sus manos.

"Thor nos protege", pensó. "Nos dice que queda poco".

Pero seguía teniendo miedo.

Desde que el barco se alejó de la costa, el muchacho no había parado de oír susurros, voces, viejas canciones. Pero sabía que nadie más las estaba oyendo. Sólo él sacaba a veces medio cuerpo por el borde de la embarcación y veía sombras en el agua. Su propio padre había tenido que agarrarle de las ropas porque se estaba acercando demasiado a la espuma. Había navegado desde que tenía recuerdos, pero hoy la preocupación le ponía los pelos de punta. ¿Qué le estaba pasando?

Con cada nuevo rayo, el muchacho se agarraba más fuerte al mascarón. Tanto, que podía sentir sus propios latidos y la vibración de la madera contra su pecho. Emocionado y aterrorizado, sólo una canción le venía a la mente:


Laukr er vann                                     Laukr es el agua,
tårar frå åuge                             las lágrimas de los ojos,
foss frå fjella                       las cascadas de la montaña,
draup frå isen                                          gotas del hielo.

Bølgjene voggar meg,                      Las olas me balancean,
djupt eg fell i svevna.               y me duermo profundamente.
Bølgjene voggar meg,                      Las olas me balancean,
djupt eg fell i svevna.               y me duermo profundamente.


Laukr er vann                                     Laukr es el agua,
vågar på vatn.                                      las olas del mar,
draup frå isen                                          gotas del hielo,
tårar frå åuge                                  lágrimas de los ojos.


Bølgjene voggar meg,                      Las olas me balancean,
djupt eg fell i svevna.               y me duermo profundamente.
Bølgjene voggar meg,                      Las olas me balancean,
djupt eg fell i svevna.               y me duermo profundamente.

"¿Se tocarán el cielo y el agua en algún punto?" Pensó.
"Tal vez estemos yendo tan lejos que encontremos ese lugar".


lunes, 12 de agosto de 2013

Lo echo de menos.

Echo de menos esos días de hace no tanto tiempo en los que simplemente tenía que sentarme y encender el portátil para que las ideas fluyesen. Iba a entrada por día, a veces más. Y nunca por la presión de tener que contentar a nadie. Simplemente me apetecía, desbordaba ideas, historias, a veces chorradas. Pero me desahogaba al fin y al cabo.
Incluso a veces escribía sobre temas más serios, más divulgativos. Me documentaba durante horas e intentaba exponeros un tema que considerase interesante o al menos entretenido. Y aunque nunca me movieron las visitas o la (escasa) fama que me pudiese aportar el blog, reconozco que me encantaba leer vuestros comentarios de apoyo y ver las estadísticas crecer a diario.

Pero por alguna razón que desconozco, las cosas han cambiado.

Sigo teniendo ideas, la imaginación no se pierde. Tal vez me falte el tiempo, o tal vez mis ideas se estén volviendo más "gráficas"; se me ocurren historias enteras pero no soy capaz de plasmarlas en palabras. No me sale una frase capaz de describir lo que quiero, me frustro, y ese cuento pasa a ser un borrador abandonado en alguna parte de la red.

Realmente, ¿qué ha cambiado en mi vida en este último año?
Pues todo. Prácticamente todo. Hace dos años creé este blog, siendo una chiquilla con bastantes complejos, que adoraba la "inmunidad" que te da expresarte tras una pantalla, y cuya única ventanita por la que asomar la cabeza y decir "¡Eh! Que estoy aquí" era Internet. Tampoco podía quejarme, mi vida nunca ha sido un valle de lágrimas. Todo marchaba bien cuando empecé.
E incluso cuando las cosas estaban mal, la tristeza me inspiraba y me desinhibía. No paraba de pensar, de inventar, de idear historias que se pegaban en mi cabeza por ser escritas y publicadas. Escribo mejor cuando estoy triste.

Pero ahora, dos años después, que podría decirse que mi vida está en su mejor momento (teniendo en cuenta su brevedad), que soy tremendamente feliz, que mis complejos se van esfumando cada día, que mi seguridad crece a la par que mi miopía (eso es muy rápido), y que tengo el tiempo mejor gestionado...

Ahora no. Ahora no sale nada.

Y creedme, veo todos los días esa B blanca enmarcada en un cuadrado naranja llamándome desde la barra de marcadores de Chrome. Todas las noches me acuesto pensando "mañana escribo algo".

Pero no me sale.

Es frustrante. Empiezo a pensar que mi mente es más productiva cuando estoy en situaciones personales extremas, pero como comprenderéis tampoco me apetece cambiar este bienestar por un puñado de letras colocadas en una página.

Sólo quería soltarlo, y pediros disculpas a todos los que seguíais este blog. Si seguís ahí, os mando todo mi cariño y mi agradecimiento vía ADSL. Realmente habéis influido mucho en mi "metamorfosis". Parte de la seguridad de la que gozo hoy día os la debo sólo a vosotros.

Me quito el sombrero, y cierro esta entrada con la promesa de que algún día volveré a escribir regularmente. O al menos con la esperanza. Promesa suena muy definitivo.

Un beso y buenas noches a todos.

viernes, 2 de agosto de 2013

Masquerade.

Cada vez más a menudo termino pensando que este mundo es un baile de máscaras.

Necesitamos una cara alternativa a la nuestra para asomarnos al mundo exterior. A veces nuestra máscara nos identifica sinceramente, y otras es el reflejo de lo que en realidad nos gustaría ser. El escudo de nuestras inseguridades o la exhibición de las seguridades, según personas.

¿Qué mas da? Al fin y al cabo, y tristemente, lo primero y único que los invitados al baile verán de ti es lo que tu antifaz deje ver. Te saludarán, posiblemente con una sonrisa, y en ese preciso instante estarán emitiendo un juicio sobre la impresión que les cause la forma de tu disfraz, al igual que tú lo harás sobre el suyo.



Eventualmente, alguien se sentirá abrumado por tu máscara e intentará conocer a lo que hay detrás de ella. Mirará con curiosidad a través de los agujeritos de tu careta intentando buscar tus ojos, para que le den más pistas, para saber más de ti. O tal vez seas tú quien sienta curiosidad por otro.
Y a veces no será correspondido.

Por experiencia os diré que cuanto más pomposa y barroca sea la máscara de alguien, más inseguro suele ser este. Las espirales doradas, las formas imposibles y los colores brillantes esconden a niños con complejos que temen permanentemente mostrar al mundo su verdadero ser, porque hasta el momento les ha ido bien enseñando una cara a los demás que no era la suya.

Me gusta pensar que algún día seré una máscara blanca y neutral, sin expresión. Eso sería buena señal.
Por el momento, sigo teniendo algunas "espirales" en mi disfraz.



Y vuestra máscara ¿cómo es? ¿Cómo querríais que fuera?


miércoles, 8 de mayo de 2013

Inspiración.

Los humanos, cuando estamos inspirados, somos muy graciosos.
Somos capaces de quedarnos obnubilados mirando las luces de un semáforo, pensar una frase profunda y sentirnos pequeños e incomprendidos poetas.
Y en ese estado de profunda inspiración nos sentimos iluminados por una extraña omnisciencia; tenemos un don. Vemos la poesía de las pequeñas cosas de la vida que los demás no se paran a observar.
Y entonces llega la fase 2.
En esta fase el cuerpo siente una imperiosa necesidad de hacer metáforas, identificando esas pequeñas cosas que he dicho antes con cualquier sentimiento humano o experiencia de la vida.
Y entonces el solitario cubito de hielo de nuestro vaso de [inserte bebida favorita] es susceptible de participar en un recurso literario.
Y lo escribimos, y la parte racional de nuestro cerebro despierta en un momento dado y te dice "¿Qué haces?"
Y el escritorio de tu blog se llena inevitablemente de borradores.

Al fin y al cabo, ¿qué estoy haciendo yo ahora sino precisamente de lo que estoy hablando?
Como si un rayo me hubiera iluminado al volver de la estación hoy, me siento en la obligación de señalaros lo que venía pensando hasta casa. Como si nadie más pareciera darse cuenta de esas cosas que hacemos los humanos cuando estamos inspirados.

Bueno, sea como sea, de esos delirios de grandeza humana a veces salen auténticas obras de arte.
Y otras, como es el caso, no.

domingo, 5 de mayo de 2013

Qué hace una chica como ella en una mente como ésta.

No se da cuenta de lo preciosa que es dando vueltas a su capuchino.
A veces me siento un ser privilegiado por poder ver cada uno de sus pequeños gestos en momentos tan cotidianos. Tan nuestros.
O cuando entrecierra los párpados al dar las caladas, y me pregunto qué estará pasando por su mente, porque pone cara de estar filosofando sobre algo interesante.
Nunca va a llegar a entender lo mucho que significa para mí uno solo de sus rizos.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Parole, parole...

Hasta hace no mucho pensaba que el "Te quiero" se quedaba corto cuando se está enamorado de alguien, porque te deja a medias, como si quedase mucho por decir.
Cosas como "Te amo" suenan mucho más gordas, normalmente.

No creo que exista ninguna palabra lo suficientemente completa como para describir ciertos sentimientos. Ni el amor, ni el odio, simplemente por poner ejemplos. Las emociones tienen muchos más matices que los que un conjunto de letras ordenadas según una cierta convención puedan dar. Afortunadamente.
Si no, sería muy aburrido.

Y partiendo de ahí, después de dar muchas vueltas al uso de las palabras, finalmente "Te quiero" me parece la expresión más completa.
Se le puede decir a amigos, a familiares y a parejas, precisamente porque lo usamos en las formas de amor más sinceras y menos edulcoradas. Y como yo creo que todo tipo de amor tiene una parte de egoísmo para el que lo siente, pienso que además usar el verbo "querer" es muy acertado.
Es un "te quiero para mí solo".

No sé, hay veces que mis delirios me asombran a mí misma, pero necesito verlos escritos para que cobren algo más de sentido.

Disculpen las molestias.

lunes, 29 de abril de 2013

No me dejéis seguir desvariando.

Qué rápido pasa el tiempo y que lentos los recuerdos.
Cuando los hay, claro.

Si dices "trescientos sesenta y cinco días", tal vez no sea tan sorprendente el cambio.
¿Qué es el tiempo, a fin de cuentas, sino una medida que escribimos los humanos?

¿Y qué le importa al cosmos todo esto? O a ti.
¿Qué haces aquí, por cierto?

Anyway, en un año mi vida ha dado un vuelco.
180º grados, dicen.
No me parece adecuado medir vidas con trigonometría.

Mi ángulo llano tiene nombre de mujer.

¿Qué tendrá la cafeína...

...que cuando probamos el primer café, todos nos volvemos poetas?

Juguete roto.


Nunca he entendido el feo y triste significado de la expresión "Juguete roto".
Mis juguetes rotos siguen en mi habitación.
Pensad en lo poético de un juguete que cumplió con su propósito.
Que entretuvo a alguien, que soportó los duros procesos de aprendizaje de un proyecto de persona (las babas, los lanzamientos, los tirones de pelo sintético y los raspones contra suelos y paredes), o que simplemente estuvo ahí. Ese que tal vez no recuerdas pero aparece en cada álbum de tu etapa más inconsciente.

Pero si se rompió, es que lo hizo.

¿No os da mas pena ese juguete que se queda en la caja? O tal vez, con mejor suerte, abandonado en la estantería o regalado al primito pequeño.
¿Ese que, prefabricado e impersonal, nacido en PVC y bañado en acrílicos, nunca gustó del todo a su dueño? El que se abre, más por compromiso ante la expectante abuela que por gusto, únicamente el día de Reyes.
Ese tiene una historia ciertamente dramática.

Aunque, siendo pragmáticos, todos sabemos que la personificación de los juguetes es irracional.

¿Lo es?

lunes, 28 de enero de 2013

7H3-NUR53 (Parte 6)

-AAAAAAAAAAAAAAAAAHG
-¡¿Qué pasa?!
-Sigue sin ser ella. Sus ojos...no...sigue sin ser ella. ESTO ES UN MONSTRUO. ¡NO ME SIRVE!
-¿Y qué esperabas? Por Dios, es un guiñapo hecho de cachos de gente, ¡sólo porque quieres volver a ver a tu difunta esposa!
-No es ella. No es ELLA. Esto es un MONSTRUO.
-¿Acaso la recuerdas a ella? ¿Recuerdas su cara?
-...¿Qué? Clar-claro que la recuerdo.
-Quieres pintarla, pero ya no la recuerdas y necesitas un modelo ¿me equivoco?
-La recuerdo perfectamente.
-Ya...¿desde cuando necesitas modelo? Es más ¿por qué ibas a llegar al extremo de desear un modelo muerto, a cachos...una abominación así sólo podía ser tu último recurso.
-Cállate.
-No te culpes. Ya han pasado doce años. Es normal que la olvides. La mente es sabia. ¿Por qué torturarse intentando rememorar algo que no volverás a ver nunca?
-CALLA.
-Pero no pasa nada, ahora me tienes a mí. Llevamos doce años juntos. Has sido feliz. Te he hecho feliz. Más de lo que te hacía ella. ¿Para qué recordarla? Deja que todo sea como debe ser.
-C-cállat...e...

Él cae al suelo en crisis, temblando. Ella corre a inyectarle los medicamentos y le acomoda un cojín bajo la cabeza. Está nerviosa, pero su cara no deja ver las emociones. Nunca las deja. Ella es así.
Unos minutos después, cuando está segura de que él está estable, comienza un monólogo mientras le toma de la mano. La mirada fija en el vacío y la expresión totalmente impasible. Da saltos de un tema a otro, tal y como pasan por su cabeza. Esto es algo que no ha hecho nunca.

-...que no sienten, dicen. Que los psicópatas no sienten la más mínima empatía. Dicen. Bueno, la verdad es que yo nunca la he sentido por otra gente, lo cual es irónico trabajando en lo que trabajo. Me metí en enfermería porque la nota no me daba para medicina. ¿Ves? Otro tópico que se desmonta. No todos los asesinos en serie son tan inteligentes. Pero claro, eso nunca se sabrá. No puedo escribir un libro contando estas cosas, sabes... Bueno, eso. Que nunca me ha gustado la gente. Tampoco me disgusta, pero simplemente me siento en otra categoría. Los demás me son indiferentes. Pero tú...tú eres distinto. Siempre...siempre lo has sido. No me digas por qué. Algo tendrás que se escapa a mi entender. Pero llegaste así, lleno de sangre, de heridas, con los cristales del coche clavados en los brazos...y aún así me enamoraste. Eres...la única persona por la que he sentido algo alguna vez. Estando en enfermería no podía atenderte yo. Un caso tan grave como el tuyo no era mi competencia. Pero pasaba todos los días por tu habitación durante las dos semanas y media que estuviste en coma después de tu operación.

Poco a poco, él va despertando su mente, aunque su cuerpo no puede responder aún

-¿Sabes? Cuando llegaste al hospital aún no había matado a nadie. Tentaciones había tenido. Ya sabes, el típico viejo en estado vegetativo que vive años conectado a una máquina, ocupando una cama en el hospital y dando la tabarra a un montón de personas para su mantenimiento porque sus hijos prefieren tenerle en el hospital, que es gratis, a tenerle en el asilo. Total, le hacen el mismo caso. Pues muchas veces he querido desenchufar sus máquinas cuando nadie lo viera. En el fondo sé que les estaría haciendo un favor. Pero está tan mal visto...realmente entonces reprimía esos impulsos como si fueran algo malo. Tampoco he dado nunca demasiada importancia a mi empatía nula. Como nací así nunca me ha parecido chocante.
En fin...ahora que no me estás escuchando puedo contarte esto. Necesito hacerlo. Y así nunca podrás ni podré yo misma echármelo en cara.
Cuando os trajeron a los dos ella estaba mucho más grave que tú. Estuvo en coma desde el principio. Tenía un neumotórax porque en el momento del choque no llevaba el cinturón puesto y el airbag se le "clavó" en el pecho. Las costillas se le partieron y rasgaron la pleura del pulmón. Perdió tanta sangre en el camino que no sé ni cómo llegó viva al hospital. Es increíble lo que resiste el cuerpo a veces. Si hubiera estado despierta hubiera sido una agonía horrible, supongo. Estuvo horas en el quirófano. Y las previsiones no eran muy favorables. Salió de la habitación para seguir ausente y sin demasiada mejoría en su cuerpo.
Dos días antes de que tú te despertases del coma, fui a visitarla. La envidiaba tanto... Esa chica menuda y pelirroja tenía algo que yo no tenía. La emoción del amor me resultaba tan rara y tan incomprensible como los celos que sentía en ese momento. La analicé durante horas sin entender cómo podía una persona querer tanto a otra. Porque...bueno, no sé si lo recordarás, pero cuando los servicios de emergencia fueron a trasladaros al hospital os encontraron...dados de la mano. Y en seguida se corrió la voz por el hospital.
Llegué a odiarla. Sin conocerla. La odiaba. La querías y yo te quería a ti. Mis instintos asesinos eran tan fuertes que dejé de pensar que fueran malos. ¿Qué iba a pasar? Venga, nadie iba a darse cuenta...total, iba a morirse igual según los pronósticos.

El pulso de él se acelera, pero aún no va a moverse. Con los ojos aún cerrados, no puede evitar apretar ligeramente la mano de ella. Lo está escuchando todo.

-...tranquilo, no sufrió, no sentía nada. Y yo...yo me sentí tan bien... A nadie le extrañó su muerte así que nunca se le hizo autopsia. Yo pude librarme. Pero, Dios...esa dosis de adrenalina. Esa sensación de poder...
Y cuando te despertaste, fui yo quien te dio la noticia. No tenías a nadie más. Yo fui tan amable, tan comprensiva...te apoyé tanto durante tu recuperación. Fui tu única amiga. Tu único apoyo. Tu única familia. Realmente yo no he hecho nada malo. Te enamoraste de mí. Te enamoraste igual que te hubieras podido enamorar si nos hubiéramos conocido en otras circunstancias. ¿No lo ves? Antes o después la hubieras olvidado. Estamos hechos el uno para el otro. Doce años lo demuestran.
Yo solo hice lo que tenía que hacer.
La maté. Sí. La maté. Porque tú eres mío, y yo soy tuya.