Los humanos, cuando estamos inspirados, somos muy graciosos.
Somos capaces de quedarnos obnubilados mirando las luces de un semáforo, pensar una frase profunda y sentirnos pequeños e incomprendidos poetas.
Y en ese estado de profunda inspiración nos sentimos iluminados por una extraña omnisciencia; tenemos un don. Vemos la poesía de las pequeñas cosas de la vida que los demás no se paran a observar.
Y entonces llega la fase 2.
En esta fase el cuerpo siente una imperiosa necesidad de hacer metáforas, identificando esas pequeñas cosas que he dicho antes con cualquier sentimiento humano o experiencia de la vida.
Y entonces el solitario cubito de hielo de nuestro vaso de [inserte bebida favorita] es susceptible de participar en un recurso literario.
Y lo escribimos, y la parte racional de nuestro cerebro despierta en un momento dado y te dice "¿Qué haces?"
Y el escritorio de tu blog se llena inevitablemente de borradores.
Al fin y al cabo, ¿qué estoy haciendo yo ahora sino precisamente de lo que estoy hablando?
Como si un rayo me hubiera iluminado al volver de la estación hoy, me siento en la obligación de señalaros lo que venía pensando hasta casa. Como si nadie más pareciera darse cuenta de esas cosas que hacemos los humanos cuando estamos inspirados.
Bueno, sea como sea, de esos delirios de grandeza humana a veces salen auténticas obras de arte.
Y otras, como es el caso, no.
La Fase 2 es hermosa, la vivi intensamente. Ahora vivo sin fases ,,,,de ningún tipo, vacío.
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