sábado, 10 de diciembre de 2011

Where is my mind?


Respiración entrecortada, me castañetean los dientes. Me estoy muriendo de frío y me he dejado los guantes en casa. El aire gélido del invierno que aún no ha llegado (salvo a Valladolid) se pega a mi piel. Mi cara parece que tiene una fina máscara de hielo en formación, tengo la nariz y las orejas como un tomate, a punto de resquebrajarse por la congelación. Con cada bocanada de aire que sale por mi boca. una nube de vaho se me echa encima. Camino con las manos en los bolsillos del abrigo, encogida de hombros. Aunque sean las 7 de la tarde ya parece una noche cerrada.

Los guantes no son lo único que me he dejado en casa. Allí quedan también mis sonrisas, mi entretenimiento, la serie que nunca me pierdo, mis padres.
Quiero alejarme. Separarme de todo lo que conozco,  de mis calles, de las luces, del ruido, de la gente. Quiero de una vez por todas tener una charla conmigo misma, y poder gritar a nadie, y poder llorar a solas.

Tengo la sensación de que con cada paso, con cada metro que me alejo de mi casa, algo desaparece en mí. O aparece, no sé distinguir muy bien. Mi dolor no se va, sigue ahí, pero sigue distinto. Ahora no es un recordatorio constante, ahora no es una presión. Supongo que...ahora es algo localizado, preparado para ser eliminado. Son demasiadas emociones para una chica tan bajita como yo...no cabe tanto dolor, es imposible.



Sin saber muy bien cómo, simplemente siguiendo el instinto de mis piernas, he llegado a un sitio que creía inexistente en mi ciudad. Es...¿como un bosque?¿Un parque inmenso tal vez? No sé, cualquier cosa sirve. Hay árboles, que es lo que cuenta. Muchos. No muy altos pero tampoco bajos. Pero muchos en cualquier caso. Estoy a oscuras...con el miedo que me da. Pero no es una oscuridad absoluta. Esta me da tranquilidad. La luna brilla bastante hoy, traspasa la niebla baja que baña todas las calles de Valladolid y da en las siluetas de los árboles. Es un sitio tranquilo, alejado. En la más completa soledad. Lo que necesito.

Me paro en seco. Un escalofrío recorre mi espalda. Mi cabeza comienza a dar vueltas. Todo lo que he sido, todo lo que soy, todo lo que seré...mis sentimientos, mis recuerdos...mi vida en los últimos 2 años...
Todo a la vez, concentrado en 1 kilogramo de materia gris. Demasiado para mí, cierro los ojos intentando no marearme. Cierro los ojos, cierro los ojos...siento que las piernas me van a fallar...todo se cae...

Parada en seco. Abro los ojos. En apenas una milésima veo la luna encima de mí, rodeada de un cerco. Y la niebla. Y los árboles...
Y echo a correr como no lo he hecho nunca. No sé por qué pero no me importa. No corro hacia ninguna parte. Estoy rodeada de árboles de todas formas. Corro en línea recta, a toda la velocidad que mi cuerpo me permite. Corro, intento dejar atrás toda la mierda, todo el dolor, y mi costumbre a vivir con él por no saber luchar contra él. Corro, no hay dolor, no hay cansancio, no hay frío.
No se cuanto tiempo llevo corriendo, pero de nuevo mi cuerpo manda sobre mí. Caigo rendida en el suelo, de rodillas, pidiéndome perdón a mi misma, rindiéndome ante mi verdadero yo.



He sido tan tonta...
Lloro, grito, nadie me oye y no tengo vergüenza de las lágrimas que me caigan. Grito, grito, GRITO. Me estoy rompiendo la garganta, lo sé. Mañana voy a tener un catarro de la ostia, también lo sé. Pero da igual. Tengo que soltarlo. Como un grifo abierto.
Tanto tiempo, tantos besos, tantas ideas, tanto miedo a preguntar si eran ciertas...tantas imágenes grabadas a fuego en mi memoria que no querría que estuvieran allí. Poco a poco se van.
Soy una estúpida quinceañera muerta de frío tirada en un bosque imaginario, en medio de ninguna parte, entre los árboles 15 y 16 de la calle del Quinto Pino. Llorando como un niño pequeño al que se le ha caído el helado.

Me da igual. No sé dónde está mi mente, no sé siquiera si quiero encontrarla aún. Pero no necesito ayuda para encontrarme. Esto es una lucha entre yo y yo.

2 comentarios:

  1. Esa sensación de correr, correr porque lo necesitas, porque sientes que, a cada paso, dejas un trocito de ti misma detrás. Oír sólo el ruido de tus pisadas, concentrarte en no sentir nada más.
    Es lo mejor que existe. Dejas de ser tú.

    ResponderEliminar

Deja tu comentario :)
Se aceptan críticas, sobornos, mensajes de apoyo y tomatazos.