martes, 7 de enero de 2014

Todo se des...          
                         mo...
                                   r,,
                                      .      on..
                           
                                                 ....                a.

Muy lento.
Pieza a pieza.
Como a mí siempre me ha gustado.
Por el mero placer de que una mota de polvo en el engranaje justo haga activar la maquinaria, y a los ojos se les caigan cachitos de mar. Y me resbalen por las mejillas, tibios, sin freno. Me gustan porque se enfrían al bajar por la piel helada mientras, poco a poco, desaparecen.
Sólo por el gusto de llorar delante de alguien que te pregunte "¿Qué te pasa? ¿Estás bien?", con la consiguiente y gratificante negación. Me gusta encerrarme.
El masoquismo y la tortura con una pizca de victimismo.

Duele.

Y empiezo a pensar que es mi forma de ser, que no puedo hacer nada contra ella por más que ponga capas de otra cosa encima. Siempre seré la niña insegura y débil que se retira a su esquina a ver su propia caída una y otra vez.

Hoy se me ha roto un espejo en las manos y se me ha quedado una esquirla clavada.
Si no fuera por mi poca espiritualidad, tenía que haberlo tomado como señal.

Porque todo
se está
rompiendo.

Con siete años de mala suerte, dicen.
Seguiremos informando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario :)
Se aceptan críticas, sobornos, mensajes de apoyo y tomatazos.