lunes, 13 de enero de 2014

Necesito subir a un escenario en el que poder dejar el drama que me sale por los poros, que no es poco.
¿Y ahora qué me pasa?
Supongo que las dos máscaras se alternan.
Tragedia más tiempo es igual a comedia, dicen.
O al revés.

El caso es que soy un personaje sin líneas, o unas líneas sin actor, o un actor sin caracterización.
Siempre me falta algo.
¿Y ahora qué es?
Si el patio de butacas está lleno, las luces encendidas, el telón a punto de abrirse...
¿Miedo escénico?

Mucha mierda.

Todo son preguntas sin ninguna relación en mi cabeza. Y preguntas que no sirven de nada.
Creo que vuelvo a perderme en mí misma de una manera que no controlo. Serán las crisis existenciales, será que tengo la regla, será que no me dan los suficientes abrazos.

De todas maneras, ¿qué hago aquí? Contando esto, quiero decir.
¿Soy la directora de la obra o soy ese niño que siempre hace de árbol en la función del cole?
A lo mejor me creo la protagonista en una historia en la que solo aspiro a piedra.
Tal vez me estén modelando más de lo que quiero creer.

Y ahora, a estudiar.

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