martes, 13 de marzo de 2012

Rehab

-Hola, me llamo "Yo" y soy adicta.
+Hola, "Tú". Cuéntanos más cosas sobre ti, ¿por qué estás aquí?

-...Necesito ayuda.
Llevo casi dos años enganchada. Al principio parecía fácil. Me decía a mi misma que podría dejarlo cuando quisiera, que no iba a pasar nada por probarlo...bueno, me equivoqué.
Al principio...joder, al principio era genial, en serio. Cuando estaba mal, me agarraba a la jeringuilla y con un poquito tenía suficiente. Con apenas unos gramos podía aguantar durante días.
Pero mi cuerpo fue queriendo más y más. Se me fue de las manos. Me di cuenta demasiado tarde.
-Joder, estoy hablando como en los anuncios y las campañas de "doce meses, doce causas". Qué asco.- ¿Cómo he podido caer en esto?
Bueno, pues eso. El deseo se hizo más fuerte. Incontrolable. Incomprensible. Pero era una necesidad.
Era tan maravilloso sentirla entrando en cada célula de mi cuerpo...llegué a pensar que eso era la felicidad.
Parecía tan fácil, tan verdadero. Todo era perfecto allí, en esa realidad alternativa que mi cuerpo creaba cuando estaba chutada. Parecía que la felicidad era eterna, que nada podía trastocar mi estado de ánimo.
Mi adrenalina subía, el dolor desaparecía hasta el punto de olvidar cómo era sentirlo...y las cosas llegaron a un punto sin retorno.
La vida no suele avisar para devolvérnoslas, así que cuando me di cuenta de mi dependencia ya era demasiado para mí. Sola no podría arreglarlo, pero mi única compañía era ese dulce veneno. ¿Cómo iba a salir a flote?

Intenté dejarlo. Aunque más bien diría que ella me dejó a mí a merced de mi (mala) suerte.
La escondí por ahí, esperando no volver a caer nunca, pero siendo tan cobarde de no hacerla desaparecer de mi vida.
La primera semana fue tremenda. Una de las peores de mi vida. Supongo que ahí fui realmente consciente de cómo había malgastado mi tiempo y mi vida. Es muy duro aceptar eso.
Los siguientes días fueron duros físicamente. El mono, supongo. Mi cuerpo llegaba a unos límites insospechados. Y de nuevo, me encontré sola. No hay nada peor que sentirse solo cuando estás rodeado de gente.



Bueno, poco a poco parecía que todo volvía a su cauce. Toqué con la punta de los dedos la verdadera felicidad, la madurez, el estado de equilibrio de autoestima.
Pero entonces...me "encontré" (la esperaba con todas mis fuerzas) de nuevo de frente con ella. Y mi vida cayó como un castillo de naipes...después de todo lo que me costó construirlo. Decaí. Le volví a entregar mi alma, quedando de nuevo a su merced, como una marioneta.

Mi culpabilidad ante la caída, mi pena por lo que estaba haciendo de nuevo con mi vida, y la inseguridad volvieron a mí y me cayeron encima como una losa. Me vi incapaz de salir del laberinto. El ciclo iba a repetirse una y otra vez.
Intenté dejarlo de nuevo, y de momento lo consigo...pero sigo sin deshacerme del recuerdo.

Lo peor de todo no es la repercusión física.
Quiero decir, la droga mata, pero primero mata por dentro.
Lo peor es que lo mismo en lo que te apoyas para vivir día a día, es lo que lentamente se apodera de ti hasta matarte. Es una de esas crueles ironías de la vida que siempre odiaré.
Lo peor es que tengo la felicidad y la "buena vida" esperándome de brazos abiertos, recibiéndome con una alfombra roja, justo delante de mis narices. Pero mi estúpida cabezota me hace temer a esa vida, a estar sola, a avanzar. Mi estúpida cabeza sigue prefiriendo el masoquismo.

Y...bueno, realmente no espero que vosotros me ayudéis a curarme. Sé que no podéis. Mi cura está en mí, pero supuse que me vendría bien desahogarme, soltarlo todo y reflexionar...

+Bueno, "Tú"...no te preocupes. Solo hay una cosa que no me ha quedado clara. ¿A qué sustancia eres adicta?

-Je, bueno, esperaba que no me lo preguntaras...
Mi droga tiene nombre y apellidos. Tiene ojos, y boca, y funcionan como puñales contra mí.
Llamémosle "ELLA"

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